Escribe Anaïs Nin:
Tambaleante mi poder como artista, ¿qué otro poder me queda? Mi estímulo natural, mi vitalidad, mi verdadera imaginación, mi salud, mi vida creativa. ¿Y qué hará June con ellas? Drogarlas. June me ofrece muerte y destrucción. June me hechiza –habla con su rostro, sus caricias, me seduce, usa el amor que siento por ella para la destrucción–.
Con sus diarios ingresamos en el universo de la literatura erótica desde una perspectiva genuina para su tiempo: la mujer que escribe como sujeto deseante. La escritora que inscribe su voz narrativa como si se alejase de su experiencia lo suficiente como para convertirla en literatura y al mismo tiempo, como si esa misma voz estuviera acechada por un presente lleno de fantasías que necesitan ser escritas.
Investigando sobre la construcción del erotismo en la literatura universal nos dimos cuenta de la presencia imperante de las voces masculinas –con la dificultad que supone establecer de qué hablamos cuando hablamos de lo masculino y lo femenino- en el panorama de la literatura erótica. Por eso mejor diremos que quienes definieron la «teoría del deseo», como Bataille, lo hicieron siempre con una perspectiva unilateral: la de los hombres que pensaban estos asuntos sin tener en cuenta que mirar a ese otrx como objeto de deseo estaba anulando en realidad una infinitud de visiones, subjetividades y cuerpxs.
Asumir el erotismo desde una perspectiva de género, abordado desde los feminismos, es profundamente complejo. Es necesario tener en cuenta las interseccionalidades que corresponden al cruce de realidades diversas que escapan a la visión hegemónica de un solo feminismo, una sola forma de ser mujer. Por eso Bocanada, el taller de escritura que guiamos en Índigo, está en constante construcción (y deconstrucción). Por eso, también, abrimos el debate para que las participantes traigan ideas, experiencias, recuerdos, fantasías, etc y así hagamos de este espacio un encuentro nutricio, de aprendizaje mutuo.
Hemos notado un vacío de voces de mujeres cursiva dentro de la literatura erótica. Incluso en nuestros días, ahora que el cuerpo se hace lugar de enunciación por antonomasia. Nos interesa particularmente, como es natural en este proyecto, dónde están estas escrituras y literaturas eróticas en los géneros que tienen que ver directamente con la intimidad: diarios, cartas, autobiografía. Por eso en este momento nuestra intención no está puesta solo en recoger esos testimonios y obras que ya existen (Leduc, Sharon Olds, Nin, Coral Bracho…) sino que queremos explorarnos juntas en el ejercicio de narrar el deseo hoy. Es decir, escribir textos, editarlos, observar cómo nacen, por qué no nacen, cómo se ensanchan, cómo dialogan con otras escrituras. Cómo la escritura se convierte en literatura.
El imaginario de lo erótico se nos abre como una fruta madura. Buscamos las imágenes que hacen que la escritura pulse, nos llenamos la boca y las manos, el lenguaje se hace materia viva y también se hace humo.
En Bocanada hablamos del tabú, de la primera vez que deseamos, de la última vez que deseamos, de la culpa, del placer, del autoplacer. En Bocanada escribimos desde y hacia las profundidades. Como una mano que se extiende y toca el agua. Porque vivimos en la relación directa y profunda entre deseo y palabra. Porque nos descubrimos a nosotras mismas escribiendo como un deseo corporal, físico, imparable.
Bocanada nace porque creemos en otra literatura erótica posible.
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